Desafortunadamente hace
poco se murió un familiar, un tío muy especial al que todos en la familia respetábamos
y admirábamos mucho. Una de esas personas que realmente dejan una huella y
muchas enseñanzas, pero no quiero escribir sobre él. Primero porque no me alcanzaría
el papel, ni mis palabras serian suficientes para describir tantas cosas
positivas que formaban parte de su esencia.
Quiero sentir y tratar de
plasmar mis emociones y lo que yo personalmente siento cada vez que alguien cercano
a mí se muere... me afecta o me mueve el corazón. Especialmente las misas, no
sé que generan en mi pero es imposible contener las lagrimas por más que antes
de entrar piense que no voy a llorar, o que este consciente que era lo mejor
para esa persona. No sé qué pasa, pero hay algún efecto en mi, cuando se mezcla
el sonido de los violines, la voz del cantante en el Ave María, la música en sí, y mi mente que va a cien mil
revoluciones trayendo recuerdos, imagines, sensaciones, olores y emociones
vividas con esa persona. Haciendo imposible contener las lágrimas.
Creo que pocas veces logro
concentrarme en lo que dice el padre,
hay veces porque dicen cosas que ni creo, pero muchas veces o en su gran mayoría
es porque mi mente no está ahí, mi mente está ocupada en tratar de sentir lo
que sienten los otros, estoy tan metida en el papel de esposa, hija o hijo del
que muere que me distraigo del sermón o palabras que está diciendo el
sacerdote. No sé porque creo que no soy solo yo, pero creo que varios tratamos
de ponernos en los zapatos de los más cercanos, no como un acto de amarillismo,
si no como un acto espontaneo y natural de solidaridad del ser humano, de los sentimientos
buenos y originales que vienen con el ser humano.
Me pierdo, mi cuerpo está
ahí pero mi cabeza volando, de repente aterrizo nuevamente y veo todo con
claridad, como siempre lo he pensado, no le temo a la muerte. Siento que me
conecto con la persona que se fue y siempre siento que está bien, hasta a veces
creo que se burlan de nosotros, todos vestidos de negro y como un rebaño de
ovejas haciendo lo mismo que los otros, llorar, sonarse y abrazar a los
familiares. Pobres los que nos quedamos, somos nosotros los que sufrimos, no
por la persona que se fue, no. Sufrimos por nuestra desgracia y nuestra desdicha
de no tenerlo con nosotros. Cada cual carga su peso encima, ya sea por la
palabra que no se dijo o por la amargura de haber o no haber hecho lo que se quería
con esa persona. Ya no hay vuelta atrás, ya no hay otra oportunidad.
Nosotros acá en esta
tierra, en esta iglesia, somos los que estamos tristes. El otro pasó a mejor
vida y ya no sabemos más de él, trascendió de lo material a lo espiritual. No
sé, ni nunca sabré a donde se fue. Muchos hasta llegan a cuestionar su religión
y sus creencias, yo simplemente ni lo pienso, la cruda realidad es que no está.
¿Qué mensaje habrá detrás?¿Por
qué tenemos las sensación que el que muere esta siempre mejor?¿Sera que todos
sabemos que este mundo material no es lo más importante de nuestra vida?¿Sera más
importante y agradable lo espiritual?¿Que se considera material?¿Que se
considera espiritual?. No tengo las respuestas, pero tengo la sensación que
cuando una persona se muere siempre nos deja sus cosas positivas, sus valores,
sus enseñanzas. Lo que realmente importa en esta vida. Siempre extrañamos lo
bueno de esa persona. Una vez no está, siempre recordamos lo positivo de esa
persona. Simplemente puede ser una simple moraleja……
¡Enfoquémonos en lo
Positivo! ¡YA! ¡Ahora!
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