Debo auto disculparme por
tener abandonada mi escritura, pero no ha sido por falta de ganas, sino mas
bien porque he estado por fuera bastante distraída. Estoy recién desempacada de
Venezuela, ya que fuimos al matrimonio de un amigo de mi esposo que se casaba
con una chama venezolana.
Gracias a este evento mi
esposo y sus amigos, que algunos viven en diferentes partes del mundo, tuvieron
una excusa para armar paseo y reunirse junto con sus señoras (los que tienen) y
sin hijos. Ese era el pacto y así fue.
El día anterior a la boda
los novios organizaron una fiesta en la playa con picaditas, tragos y buena
música. Ahí empezamos a encontrarnos todos y celebrar lo felices que nos
sentíamos por esta pareja y por estar nuevamente todos reunidos. Los solteros
empezaron a escanear hábilmente a las chicas de nuestro vecino país y en pocas
horas ya sabían cual está disponible y cual no para caerles o simplemente para
tener el terreno tanteado para la fiesta del matri. Los casados tampoco se
quedan atrás, con unas buenas gafas y su sombrero como quien no quiere la
cosa, también aprovechan a recrear su vista en este agradable ambiente de
playa.
No puede faltar el clásico
partido de volleyball, donde sale a relucir ese macho que hay en ellos con un
fuerte espíritu competitivo por ganar. Especialmente entre dos de los amigos,
que ya es costumbre que nos diviertan a todos por su jocosa competencia. Lo que
nadie esperaba es que delante de un público desconocido en pleno partido le
bajaran la pantaloneta a uno. Un chiste entre pesado y divertido según el punto
de vista. Pesado y muy pesado para el que lo sufrió y divertido para los otros.
No por lo que hayamos visto sino por toda clase de comentarios que alcanzaron a
salir después del incidente. A la larga nadie vio nada, pero dio bastante para
la imaginación y para pegarse de un chiste tan bobo y reírnos toda la
temporada.
Al día siguiente, llega el
gran evento, las mujeres van a arreglarse y los hombres a medida que van estando
listos se van encontrando todos en el lobby para tomarse un whiskey pre-boda. Ahí, todos ellos juntos de
pantalón de lino y camisa guayabera aprovechan a tomarse la foto de amigos, de socios,
como les gusta decirse. Qué lindo grupo y que alegres se ven cuando están todos
juntos.
Justo en ese momento es
cuando analizo y recalco la importancia de la amistad. Así como lo es para mí
con mis amigas y lo comenté en Onces de Amigas. Así creo también que es importante para ellos contar con este
parche de socios. No me cabe la menor duda que el novio se sintiera feliz
que cada uno de ellos sin importar de donde vino fue a acompañarlo y a celebrar
con él, su alegría de casarse.
Una vez paso la ceremonia,
llegamos al sitio donde fue la fiesta y veo como automáticamente estos socios vuelven a prender su escáner y
que hábiles son entre ellos para comunicarle al otro, sin palabras, si una
chica esta interesante. También para reírse de algo que les llamo la atención,
ya sea con miradas o muy discretamente con un trago en la mano y se van
arrinconando para hablar de sus “presas”. Toda esta logística y miradas para
terminar como siempre, el soltero enrumbado y sin chica en mano y vaya
sorpresa, el que más tiempo lleva casado, el flaco del parche, fue el que
conquisto a la estrella de la fiesta.
Valga la aclaración que la
chica estrella se quedo con las ganas, porque antes de atacar a conquistar hizo
sus averiguaciones y tristemente se entero que no estaba disponible. Gracias a
Dios y a la dicha de la esposa del flaco porque su esposo y su relación fue
respetada. Pero eso sí, unos bueno créditos para él y la satisfacción de saber
que esta chica con altura de palmera puso sus ojos en el.
Aparte del tema de las
niñas, que les genera un poco de ansiedad, esta la música y el baile. El
matrimonio tuvo un excelente DJ y música buena no faltó. No entiendo porque
siempre acabamos bailando en rueda y a empujones quieran o no quieran todos
pasan al centro a hacer su “solo”. Obviamente con unos tragos se logran pasos
que jamás saldrían en estado de sobriedad, pero nos divertimos bastante. Sin
falta el mas payaso acabo con el tobillo desguinzado.
Cuando se acabo el
matrimonio, tenían organizado un bus para llevar a la gente al hotel. Escenario
perfecto para la recochita after party
y espacio amigable para que el que quisiera dar unas palabras. El mas mariachi
del parche, no sabemos de dónde, hasta logro dar un discurso en italiano, pero
aparentemente todos entendieron, bajo los efectos del alcohol.
Al otro día y para
terminar, almorzamos todos juntos nuevamente en la playa, algunos un poco
disminuidos, pero nada que no cure una cervecita y buena actitud para pasarla
bien. Aquí los queridos socios se despidieron ya que unos regresaban a sus
trabajos y otros prolongamos nuestro viaje hacia una aventura en Canaima que de
pronto más adelante les contaré.
Hasta Pronto!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario