Un día me desperté de mi burbuja de
maternidad en la que estaba consumida y me di cuenta que este rol que me había enceguecido
tanto no sería eterno, que había hecho una pausa en mi vida profesional por dedicarle
todo mi tiempo a mis hijas pero me había olvidado de mi. Me había olvidado de mi
vida profesional y ya ni siquiera tenía claro que quería hacer con ella.
No me culpo ni me arrepiento, en su momento
fue la decisión que quise tomar y necesitaba estar con mis bebes porque tenía
mucho miedo de soltarlas, sentía desconfianza que alguien no lo hiciera tan
perfecto como yo trataba de hacerlo. No quería sentirme culpable si las dejaba,
sentía que ellas me necesitaban todo el tiempo, pero tal vez era yo las que más
las necesita a ellas junto a mí. Quería sentirme buena madre, necesitaba
sentirme disponible para ellas.
Todas las mujeres que nos hemos convertido
en madres hemos de pasar por la misma duda si trabajar o no trabajar. O al
menos hemos tenido el interrogante en la cabeza ya que como todas sabemos, una
vez tenemos hijos nuestra vida tiene un giro importante y queda marcada en lo
que tanto oímos como “antes” y “después”.
Algunas lo tienen muy claro desde un
principio, algunas no tanto. Hay factores que influyen en la decisión como el
grado de satisfacción laboral del momento en que lo coge a uno la maternidad
y/o la situación económica por la que se esté pasando en ese momento.
Habrá algunas que su mayor aspiración es
ser mama y deciden dedicarse a eso completamente. Está perfecto. Acá no
escribiré quien está bien o quien está mal, soy de la teoría que todo se vale y
cada quien es libre de hacer lo que se le dé la gana.
Pero por medio de la escritura quiero
examinar porque hoy no veo tan útil a
largo plazo ser mama full time.
Asumiendo que las mamas que deciden ser
full time, es porque tienen un esposo, marido, machuque, pareja, compañera,
compañero, familiar, lo que sea, pero tienen ese “soporte” con quien toman una
decisión en conjunto para que sea la madre quien se queda en casa cuidando o
criando los hijos por “x” interés de por medio, pactando un negocio, el cual puede involucrar una ocupación lucrativa o no.
Muy pocas son las madres que tienen esta
bendición de quedarse con sus bebes, de disfrutar el proceso de crecimiento de
sus hijos muy de cerca y de estar ahí presente siempre para sus necesidades y
cuidado. Definitivamente es una labor muy bonita, pero con muchos sacrificios.
Muchas veces las mujeres se entregan
infinita y desmedidamente hacia sus hijos. Tienden a pensar primero en el resto
del hogar que en ellas mismas, y lamentablemente su “negocio” resulta que no
siempre cumple la función de “ocupación lucrativa”. El trabajo de casa no es
tan simple como parece, no es remunerado, suele ser criticado y es poco
valorado.
El tema de quedarse en casa y dejar por
completo la vida profesional me parece hoy en día una idea romanticona de criar
hijos. Claro que es muy especial en los primeros años poder estar ahí, como lo
dije, es un privilegio.
Pero este post no está escrito con el
corazón, ni los sentimientos, está escrito con la cabeza y la razón. La mujer
tiene la misma capacidad intelectual, o hasta de pronto mayor, que el hombre,
no veo porque deba estar como en deuda con nadie.
He visto mujeres que han dejado a un lado
su profesión por criar sus hijos y si por alguna razón se separan quedan
literalmente en el aire. Reincorporarse a la vida laboral es difícil y peor aún
si lo que busca es emplearse. No es tan fácil encontrar un empleo después de
tantos años inactivo, como tampoco lo es montar algo. Además señoras, te casas
con uno, pero no sabes con quien te separas. No falta el que pela el cobre y
empieza a tener comportamientos no tan comunes.
Separada o no separada la mujer debe trabajar.
En un hogar donde la mujer trabaja todos
ganan. Todos necesitan sus espacios, se minimiza el riesgo de concentración
de ingresos y se equilibran las tareas. Es un negocio más ecuánime en todo
sentido, por la parte económica, que no recaiga el peso solo sobre uno y por la
parte afectiva, porque muchas veces los papas tienen que entrar a cargar un
poco más ese peso emocional tan fuerte que son los hijos.
La mujer no debe tener sentimiento de culpa
por salir a trabajar, hay que equilibrar el tiempo y sobretodo la calidad del tiempo que le podemos
brindar a nuestros hijos. Podemos seguir inculcando los mismos valores
trabajando o no trabajando. La mamá es el pilar de una familia y con ejemplo,
disciplina y templanza transmitimos los valores y las enseñanzas en el hogar.
Adicionalmente no creo que un hijo vaya a
juzgar a su mama por no haber trabajado o por haberlo hecho, siempre y cuando
haya recibido el amor y la dedicación que se merece. De nada sirve trabajar
descontroladamente y ser súper exitosa si tus hijos han sido criado por otra
persona. Pero si se logra equilibrar la parte maternal con la vida profesional,
puedo afirmar en primera persona que es un gran orgullo y ejemplo tener una
madre trabajadora. A la larga lo que importa es el cariño y el amor que nuestra
madre nos ha brindado. Pero el ejemplo arrasa.
El tiempo ha pasado y la vida me ha
demostrado que los hijos van creciendo y van cogiendo su camino sin tener esa
necesidad extrema que yo sentía por estar con ellas. Ellas y yo hemos tenido un
proceso de manejar nuestros espacios y van ganando fuerza y seguridad de estar
sin mamá, no precisamente porque las abandone. No. Jamás. Porque se han dado
cuenta que ellas van pudiendo solas y que ellas serán las intérpretes de sus
vidas, ellas forjaran su destino y yo seré un apoyo y una guía para ayudarles a
encontrar su felicidad. Y yo voy aceptando esta realidad con un alivio
impresionante, aprendiendo a soltar poco a poco y a afrontar cada nuevo reto
que trae la maternidad.
Este año por fin he tomado acción y le he dado
un vuelto completo a mi vida, he pensado en mí, en mis gustos, en mis
necesidades y en lo que me hace feliz. Me he permitido ser feliz y disfrutar la
vida de una mejor manera, he bajado la vara de medición tan alta que le ponía a
todo y por fin me estoy re enfocando en mi vida profesional.
Llegar acá no ha sido fácil, pues he tenido
que superar creencias y enseñanzas que tal vez hoy en día no comparto. Fui
educada en un sistema donde se entrena a la gente para ser exitosa y me había
desviado de mi corazón, me estaba preparando para ser una Gerente Financiera de
una multinacional, pero tal vez la inmadurez del momento, la presión de los
familiares y del entorno hacían ver esto muy atractivo y lo creí en su momento.
Hoy no sé si sea la maternidad o los años
que le dan un poco de calma a uno, pero me he detenido a observar y darme
cuenta que nada de lo anterior me llenaba el alma. Cumplía con muchos
requisitos pero como persona no me aportaba.
No quiero volver a trabajar por trabajar,
por ganar y acumular y gastar. Creo que tiene que haber una razón de fondo más
atractiva para hacerlo. Porque existen otros que se beneficien con mi trabajo y
porque yo disfruto hacerlo, porque sus sonrisas y su bienestar son mi mayor
satisfacción. Claro que quiero ganar plata por trabajar, pero no puede ser mi
foco o enfoque porque pierdo el rumbo. Ya perdí el rumbo una vez y no quiero
volverlo a perder.
Soy consciente que me tengo que ganar la
vida por mí misma, porque así debe ser y porque lo necesito. Pero quiero
invertir mi tiempo en actividades que disfrute, que me aporten como ser humano
y que yo les porte a otros seres humanos.
Así que
futuras madres no dejen que las coja la maternidad sin plan. Tengan
claro sus tiempos, o trabajen part time, pero no suelten del todo su profesión.
Para algo la tenemos y es importante tenerla siempre a nuestro lado.
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