sábado, 14 de enero de 2023

WhatsApp: tu amigo o tu enemigo?

 

Nunca he sido mega fan de la tecnología y no me afana tener el ultimo gadget tecnológico, pero me gusta y aprecio considerablemente la facilidad y los ahorros en tiempos que la tecnología nos brinda en el diario vivir. De hecho, hoy en día no sería tan fácil trabajar y comunicarnos de la forma tan rápida en que lo podemos hacer hoy con los teléfonos móviles a través de una llamada directa, un email o algún tipo de mensaje en el celular.

Foto de Mika Baumeister en Unsplash

Soy una usuaria activa en redes sociales y dependo un montón del WhatsApp en mis dos emprendimientos. Agradezco que existan, pero dios mío santo bendito confieso que hay días en que quisiera botar el teléfono por la ventana y no estar tan disponible en el WhatsApp.

Y siendo super consciente y adorando tener esta aplicación en mi vida reconozco que he sentido fatiga de tenerla. Desafortunadamente es un arma de doble filo pues existen ciertas personas que no saben usarlo en horarios adecuados, o muchas veces la cercanía con la otra persona hace que se sienta la confianza para escribir a la hora que sea y no debería ser así, también tener ese canal abierto permanentemente se proporciona el espacio para escribir múltiples conversaciones simultaneas que acaban agotándolo a uno.

Yo seeee que uno puede responder cuando uno quiera o también simplemente se puede no mirar el teléfono y que hay posibles acciones que se pueden tomar para minimizar este agotamiento, pero me resulta inquietante porque el WhatsApp a veces lo encuentro un poco invasivo. Eso no significa que no lo use, es más, me gusta y lo veo necesario en la mayoría de diferentes situaciones.

Miro para atrás y recuerdo como hacíamos antes cuando uno necesita buscar a alguien: tenía que buscarlo en la línea de la casa, oficina, y lo más avanzado llego a ser una llamada a un celular, si la persona no estaba o no contestaba simplemente uno dejaba razón y sabía que en algún momento respondía o devolvería la llamada cuando tuviera el tiempo pleno para hablar con uno.

Hoy no existe ese tiempo pleno, ni uno ni los otros estamos dando tiempo de calidad, estamos en una agitación incesante con cinco conversaciones simultaneas por el WhatsApp o interconectadas virtualmente trabajando y chateando al mismo tiempo, o peor aún con varias conversaciones abiertas y pendientes por responder… ¿cómo no cansarse? Seguro hay gente que lo maneja y simplemente no le importa ¡Pues que envidia la que me da!

Me encantaría muchas veces ser así…pues soy de las personas que no tolera tener pendientes y por lo tanto me cuesta dejar correos sin leer, conversaciones abiertas…por eso creo que me canso de tanto grupo de WhatsApp, de tantos chats y de tanta gente queriendo compartir chistes y memes que no alcanzo a ver…

Pero también he aprendido con el tiempo que el teléfono no puede ocupar momentos importantes de mi vida como lo es el momento en la noche de lectura para mis hijas, una mañana de meditación, un desayuno en calma…etc. He aprendido a ponerme límites con el teléfono y poner horarios de atención a clientes, he cambiado la configuración de notificaciones del teléfono para evitar que mi cerebro esté alerta a la entrada de cada mensaje y muchas veces simplemente he logado dejar el teléfono a un lado en silencio cuando quiera hacer algo que requiera del ciento por ciento de mi atención.

Como todo en la vida, el uso del WhatsApp es bueno con moderación y sin excesos y así evitar la fatiga causada por andar interconectados constantemente. Aprender a hacer uso sano de esta herramienta tan poderosa pues a nuestro querido WhatsApp lo necesitamos de amigo y no de enemigo.

Así que te vi, ciaito pues!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario