Tengo 41 anos y me he pasado una gran cantidad de años inconscientemente buscando la perfección. Hoy lo digo tranquila y sin juicios, pues no se por que a uno de viejo o tal vez al convertirse en padre es que dedicamos tiempo a observarnos y desglosar nuestros patrones de comportamiento en nuestros años de colegio, soltería y juventud.
Gracias a este fenómeno de autobservación que sale a relucir en la adultez entendí que los errores son necesarios en la vida y que muchas veces por salud mental es mejor bajar la vara con la que mido las cosas, que no todo tiene que ser rápido y perfecto.
Hoy miro para atrás y tal vez la rebeldía que tuve un tiempo en ejercer mi carrera financiera que había iniciado hace parte de la necesidad de desajustar esa perfección y orden que conllevan los números. En las matemáticas hay mucha precisión y resultaba y muchas veces me sigue resultando encantador la sincronización y exactitud que puedo encontrar en los números.
Con la maternidad y más precisa aun, después de la segunda
hija no he encontrado más remedio que soltar. Con mi primera hija me esforcé
mucho en hacer lo mejor, pero con la segunda y creo que no soy la única, las
mamas tendemos a relajarnos y a entender que no es el fin del mundo si no se
cumplen muchas cosas y procesos que uno siguió con el primer hijo.
Aparte de la maternidad, la vida se encarga de darle a uno lo
que debe aprender a superar. Me gane un marido maravilloso, pero con un alto
nivel de desorden, el cual me ha tocado aprender a asimilar, a cerrar la puerta
de su estudio, y no mirar las torres de papeles que le priva acumular.
La pandemia ha sido otro ejemplo claro de prueba que se
pueden cambiar los planes y que las cosas pueden tomar otro rumbo. En este
2.020 que muchas nos hemos convertido en profesoras, mamas, cocineras, trabajadoras
y asistentes del adulto mayor, tratando de extender las horas del día para
atender tantos frentes, no hubo otra alternativa que aceptar y sobrellevar
los cambios de rutina.
Sacar partido de las cosas diferentes es lo mejor que podemos
hacer. Como escribí al principio de este post había buscado la perfección de
forma INCONSCIENTE. Gracias a Dios he vivido una vida normal y siempre he
mantenido diferentes actividades que me sacan de mi rutina y me permiten
distraerme del tren de vida rápido del que muchas veces he decidido montarme.
Actualmente si veo que estoy cansada del ritmo y quiero
bajarle, me pongo hacer algo que me retorne a mi esencia humana y libre con la
que llegamos a este universo. Les comparto mi top ten de cosas que me
desconectan y me conectan conmigo misma:
1. Bailar: Ya sea de fiesta, alguna rumba o clases de baile.
2. Leer: Soy de extremos con las revistas, o las mas light o las de carácter económico. Libros de novela histórica y biografías interesantes.
3. Viajar: acompañada de mis familiares, amigos o de vez en cuando sola también…es muy enriquecedor.
4. Risa: Disfruto y necesito las películas que me hagan reír, así como los programas de bromas como Impractical Jokers. También nada como un bien comediante.
5. Reuniones sociales: Comidas, almuerzos y diferentes actividades que me permitan estar en compañía de mis amigos.
6. Ejercicio: trotar, caminar y si hay poco tiempo, al menos estirar.
7. Aprender algo nuevo: Meterse algún curso. Hoy en día con la virtualidad el campo es infinito.
8. Gastar: Así los maridos se ofendan las mujeres necesitamos hay veces gastar, gastar y gastar sin que nos den tanta cantaleta.
9. Meditar: amo las meditaciones guiadas que me ayudan un poco a no fracasar sola tanto en el intento.
10. Escribir: Definitivamente es una terapia para mí. Descargo emociones y aclaro mi mente.
Así que viva el desorden del orden que creemos de la vida,
pero que se elimine el desorden de cosas que no nos deja ser productivos y que
afecta nuestra salud mental.
El que entendió entendió.
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