jueves, 20 de junio de 2013

Súbele a la Música

En realidad quería ponerle a este escrito ¡Que Viva la Música! Pero no lo hago por simple respeto al libro que lleva este título y a su autor caleño Andrés Caicedo. Tal vez me sienta identificada con su protagonista María del Carmen, añorando alucinar en lo más profundo de la música y olvidar por un rato nuestra sociedad y sus confusas prioridades. Pero no, no voy tan lejos y tan profundo, simplemente una vez más quiero plasmar mis emociones y mi vivencia con la música.


De unos meses para atrás he venido sintiendo una ligera sensación de frescura y buena onda en mi y gran parte de esto sé que tiene que ver con la música.  Tuve la oportunidad de estar en una fiesta con Daniel Pardo, Dj colombiano que hoy en día vive en México, quien se lució con un repertorio de música, mezclando algunos hits de los años ochenta con un selecto genero de dance, funk y house, entre otros, logrando que nosotros, su público, entráramos en sintonía y poco a poco todos vibráramos en su frecuencia. Palabras más, palabras menos, pasamos bomba!

Después de esta fiesta y gracias a él, he vuelto a tener mis días llenos de música. Confieso que no soy la más amante de la tecnología y sus gadgets y por simple pereza no he tenido el mejor Ipod ya que me parece demandante de tiempo y no se lo había querido invertir. Hoy cuento con la suerte que alguien lo haya hecho por mí y sin saber, que gran regalo que me han dado.

Miro para atrás y veo que estaba apagada o más bien con el volumen bajo. Había dejado de un lado la música, tal vez por mi negación hacia la tecnología y muy seguramente por andar tratando de acertar en mi vida profesional. Hoy, que nuevamente tengo música veo como me recupero, vuelvo a ser yo, aumenta mi energía y me siento feliz!

La música me acompaña en esta nueva etapa sensible que apareció en mí y va de la mano con la maternidad y lo que esta última ha despertado en mí. La música estimula el pensamiento, la creatividad y descarga emociones, como será, que hasta me ha dado por escribir.

No entiendo como deje pasar tanto tiempo sin ella, es evidente que el ser humano la necesita. Desde la prehistoria el hombre primitivo ha hecho sus rituales con danzas alrededor del fuego al ritmo de su música y tambores. Es más, hasta le pregunté a una gran amiga psicóloga si era posible que esta buena onda tuviera que ver con la música y claro que sí. Según ella la música y sus vibraciones nos conectan con la tierra, uno de los cuatro elementos clásicos de la filosofía griega. El elemento tierra, se asocia con la madre tierra que da vida a todos los seres, que junto con el aire, el fuego y el agua, se manifiestan en toda la creación.

Para traerlo un poco más cerca, a una época más moderna, basta con oír la teoría del “Efecto Mozart” en los bebes, el Método TOMATIS para mejorar la comunicación, capacidad auditiva y de lenguaje en los pacientes y n mil estudios y aplicaciones que la ciencia y el hombre han descubierto.

En conclusión no soy la primera, ni seré la ultima en descubrir los beneficios de la música. Pero puedo dar testimonio que la música tiene un gran poder de sanación. Solamente hay que disfrutar, dejarse llevar y conectarse con su propio mundo interior.


Ahora sí, súbele el volumen!

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