
Este
año maravillosamente es uno en el que siento un gran entusiasmo por vivirlo
intensamente y por dar lo mejor de mí en mi día a día para alcanzar mis
objetivos, los cuales me he tomado mi tiempo para estudiarlos, planearlos y
visualizarlos.
Tengo
varios objetivos, en los cuales no me detendré y los dejo para mí, pero tengo
uno muy común y podría decir que es con el que arranca la mayoría de gente:
Hacer ejercicio.
Muchas
veces nos hemos planteado este objetivo por simple vanidad, porque cargamos con
un sentimiento de culpa por todos los excesos de las vacaciones y porque
estamos empezando a coger la misma forma de todos los buñuelos que ingerimos en
la Navidad.
Aquí
radica el problema del asunto y la alta probabilidad de deserción de nuestro
objetivo, al cabo de un tiempo. El ejercicio o actividad física que escojamos
no puede venir de un deseo banal, el
ejercicio lo debemos buscar por salud mental y por el bienestar que nos aporta
a nuestra relación mente-cuerpo.
Cambiar
el enfoque es lo que hace la diferencia para que sea duradero y realmente
comprendamos porque es bueno mantener dentro de nuestras rutinas un espacio
para la actividad física.
Cuando
empiezas a medirte y a retar tus capacidades empiezas a poner a prueba tu
cuerpo, lógicamente, pero más allá, tu mente. A medida que estás haciendo
ejercicio empiezas a dirigir tus pensamientos en tus propias metas, buscas como
concentrarte en tu objetivo físico y cuando alcanzas un logro más allá del
cansancio o dolor es que te das cuenta de lo que eres capaz.
Este
sentimiento de logro solo se puede entender cuándo se ha vivido. Una vez lo
sientes probablemente el grado de compromiso contigo misma cambia para volverlo
un hábito.
El
ejercicio te enseña que puedes romper con tus propias creencias. Que los límites
los ponemos nosotros mismos para bien o para mal. Que el esfuerzo mezclado con
disciplina, dedicación y determinación son claves para lograr metas y esto lo
podemos aplicar a todas las áreas de nuestra vida.
Realizar ejercicio frecuentemente nos
da fuerza interior y nos empodera. Todo lo opuesto a lo que
uno creería, nos llena el cuerpo y mente de energía. El ejercicio te saca de
esa debilidad, pereza o zona de confort donde hay veces decidimos estar.
Gracias al ejercicio nos sentimos más
vivos que nunca. Nos permite apreciar nuestro cuerpo que
es nuestro vehículo para disfrutar esta vida. Agradecemos cada paso dado, cada
pierna que tenemos y cada respiración que logramos.
El
que corre o ha participado en alguna carrera o maratón y se ha dejado impregnar
por esa energía colectiva de los participantes entiende lo que estoy hablando.
Nada más gratificante que cruzar la meta sin rendirse, con gente capacitada o
discapacitada a tu alrededor, con piernas o sin piernas, pero con la mente
clara, enfocada y logrando metas.
Así
que nuevamente arranco otro año con el mismo objetivo, pero cada vez con mejor
claridad de porque hacerlo.
¡Levántate y a
mover el culo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario