viernes, 8 de febrero de 2019

Unos Verdaderos Héroes contra el Hambre


Si usted es de los que cree que no existen las coincidencias en el universo, entonces de pronto le interesa leer esta historia.

El año pasado asistí a un evento de la Embajada de Emiratos Árabes haciendo el favor de representar la organización con quien estaba trabajando durante el 2.018. El evento no tenía nada que ver con mis funciones de contratista pero accedí a ir dado que tenía el tiempo y disposición para hacer algo diferente.

Llegue sola, perdida y tal vez sin entender muy bien en que podría aportar mi presencia en tal evento. Entré al salón donde había varias mesas redondas de aproximadamente 8 a 10 puestos por mesa y no supe donde sentarme. Rápidamente di un vistazo y recuerdo a mano izquierda ver un señor y una señora que tal vez me llamo la atención sentarme ahí.


Pregunte: “¿se puede?” haciendo referencia a la disponibilidad de un asiento vacío. Amablemente respondieron “claro que si”. Un vez me estoy sentando mis ojos quedaron clavados en el alzacuello blanco del señor, haciendo que en milésimas de segundos mi mente sintiera una gran pereza de sentarme en la misma mesa de un sacerdote.

Pero no había vuelta atrás, mi cola estaba adherida al asiento y mi corazón era incapaz de escapar. Así que decidí soltar mi mente y entregarme al momento para estar abierta y escuchar sobre el evento. Y así fue.

Mientras nos servían el desayuno sale a relucir esa parte de mi personalidad que todavía no sé si es de controladora o de amable, pero sentía una intriga muy fuerte por saber que hacía un sacerdote y su acompañante en este evento, así que empezamos una conversación. Y vaya sorpresa para mí recibir esta agradable compañía y relatos de la Fundación Banco de Alimentos de Bogotá, organización que dirige el Padre Daniel Saldarriaga, con quien estaba conversando. 

El evento se llevó a cabo, nos despedimos, intercambiamos números y no sé qué paso en mí pero quedé cautivada por este señor, sentí que debía aceptar su amable invitación a conocer la fundación.

A los pocos días estaba en la zona industrial de Bogotá en las enormes bodegas donde opera esta fundación. Para los que no saben, como yo en su momento, el Banco de Alimentos de Bogotá es una fundación que se desempeña como puente entre donantes y necesitados.


Los donantes se refieren a todos aquellos que quieren servir como empresas privadas y públicas, la iglesia católica, las universidades y voluntarios, que donan alimentos, dinero, bienes de consumo y tiempo en voluntariado.

Los necesitados hacen referencia a todas aquellas diversas fundaciones que contribuyen al bienestar de tantas personas adultas y menores que se encuentran en situaciones vulnerables. El Banco de Alimentos atiende a mas de mil cien organizaciones vinculadas, sin importar su religión, entre instituciones educativas, adulto mayor, comedores escolares, jardines infantiles, internados, adictos, y discapacitados, llegando a alimentar a mas de 300.000 personas en un año en Bogotá y sus alrededores.

Tuve la oportunidad de recorrer todas sus instalaciones y apreciar de cerca la majestuosa logística en que incurren para luchar contra el hambre, y recuperar toneladas de alimentos que pueden llegar a bocas que las necesitan, minimizando perdidas y desperdicios de la industria.


Estuve sentada unas largas horas con el Padre Daniel y escucharlo e impregnarme de sus ansias de ayudar más. Pude percibir el amor al servicio que brota del corazón de él y de su equipo.

Llegue a mi casa con ganas de gritarle al mundo sobre ésta fundación que descubrí para mi, que seguramente muchos otros ya la conocen. Sabía que iba a escribir sobre ellos en algún momento.

Pero antes esperé un tiempo, no sentía el momento para escribir sobre ellos. Al mismo tiempo un día oyendo a nuestro Presidente Duque, encaje sus palabras en mi rompecabezas mental, cuando se refiere a equidad en su gobierno entendí que no se refiere a igualdad, porque nunca lo seremos. Comprendí que su equidad se refiere a igualdad de oportunidades, donde vivamos en un país donde logremos garantizar la satisfacción de las necesidades básicas, donde todos y cada uno de los colombianos ayudemos a otros a vivir con dignidad.

Entendí la magnitud de un grano de arena. Si aspiramos a un mundo mejor debemos dejar de añorarlo, debemos hacer que surja un mundo mejor.

Me tome una mañana para vivir un voluntariado dentro del Banco y dimensioné que no alcanzan las manos para empacar, organizar, separar, etiquetar…etc cada uno de los alimentos y artículos que entran y salen de este Banco. Me conmueve ver tantos voluntarios ayudando, me impregnan de alegría los empleados y su trabajo gratificante hacia los demás.

Es imposible no sentir tanto amor que puede brotar el ser humano. Me siento realmente conmovida. Quiero ayudar a contribuir a su meta de mejorar la seguridad alimentaria de 500.000 personas para el año 2.021.


Todavía no tengo claro mis acciones específicas a seguir, pero por lo pronto quiero compartir este sentimiento con mis amigos y familiares, porque estoy segura que al menos UNO podrá impregnarse y acompañara a esta hermosa fundación a luchar por este derecho básico de la vida.

Vivo en un mundo donde estamos rodeados de contactos, empresarios, ejecutivos, voluntarios…etc que podrían aportar. No lo duden, la vida se los devolverá.


Gracias a quien leyó hasta acá. Gracias por tu pronta colaboración.




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