Hoy completo solo una semana
sin salir de casa, y por el momento se que faltan 20 días de encierro
obligatorio decretado por el presidente de Colombia. Mi instinto me dice que serán
más días o tal vez meses, pero en este momento no me importa pues no quiero
poner mi atención en lo que falta de tiempo encerrados para afrontar esta situación
que tenemos que hacerle frente a nivel mundial.
Coronavirus o Covid-19 que
parece que técnicamente se llame así, es un virus que ha generado un cambio
fulminante para todos, que casi en un abrir y cerrar de ojos y sin darnos
oportunidad de asimilarlo nos ha cambiado la vida.
En Colombia, el gobierno decidió
acelerar la cuarentena nacional con por ahora no tantos casos positivos confirmados
versus inicio de cuarentenas de otros países y en mi opinión creo que hace bien,
dado que la alta velocidad de este virus va en contravía a la disposición de
los colombianos en hacer caso.
Hay momentos que por mas que
uno tenga la mejor disposición es difícil de asimilar, no deja de doler las
noticias devastadoras de Italia, lloré mis ojos con el aislamiento de los
adultos mayores, pues se que en dos meses y medio mínimo no podré ver a mis papás
ni tener algún tipo de contacto físico con ellos, me duele pensar en la gente
que no cuenta con los recursos básicos para sobrevivir, tengo momentos de
incertidumbre sin saber que va a pasar después de un mes o varios. Son muchos
los miedos que me atrevo a decir que hemos sentido todos los seres humanos en
esta tragedia universal.
Pero al mismo tiempo en esta
semana de montañas rusas emocionales, me conmueve ver el amor que brota del ser
humano: médicos exhaustos y atendiendo pacientes con la mejor disposición,
gobiernos tomando medidas para llevar de la mejor forma posible un país,
lideres económicos tomando hermosas medidas con sus empleados, organizaciones
mundiales liderando estadísticas, y muchas otras cosas más a nivel mundial.
Sin embargo, lo que me
detiene y atrae mi atención es la gente del común. Me encontré en un grupo chévere
de Facebook un post que invita a la gente a escribir cosas positivas que
encuentran al vivir esta situación del Coronavirus y encontré cientos de
comentarios positivos enfocados en: volver a lo básico, disfrutar en familia,
la importancia de la salud, cuidar el planeta, calidad de tiempo para disfrutar
a los hijos, confiar en Dios…etc y muchas coas más, todas muy acertadas.
Los dos comentarios que mas
me resonaron y quiero ahondar son:
Primero: “La colectividad
esta primero que nuestras necesidades particulares”. En esta situación resulta
indispensable que todos colaboremos. Esto no se trata de cómo puedo yo estar
bien y que medidas tomo para YO estar bien. ¡No! Se trata que las medidas que
tomemos o dejemos de tomar tienen un impacto en los demás. Si todos nos quedamos
juiciosos en casa logramos reducir la velocidad de propagación del virus y de
esta forma cuidar a nuestro sistema de salud. Parece muy fácil, pero también
parece que no todos lo entienden. Todos absolutamente todos estamos viviendo lo
mismo. No es momento para volverse martir, ni para justificar necesidades
particulares disfrazadas por x, y o z. Colombianos: por favor no nos saltemos las
reglas que nos ponen, no nos sintamos vivos por encontrar el hueco para hacerlo
diferente. Es un llamado a la unidad, a colaborar, a pensar en los demás. Cuidémonos
que de esta manera podemos cuidar a los demás.
Segundo: “Permite quitarnos
las mascaras y dejar fluir nuestra esencia”. Tal vez debería dejarla de
numero uno porque me encanta. Me deleita ver el lado artístico que puede tener
cualquier persona. La tecnología hoy nos permite ver como cantan opera en los
balcones de Italia, me encanta ver a un pianista en España y al milenial hablando
con una claridad mental y una potencia personal increíble. Me gusta el contacto
visual con los vecinos del edifico que tengo al frente, ya llevamos dos días saludándonos
y no se quiénes son, ni me había dado cuenta que también tienen niños; me
encanta ver como amigos chefs y restauranteros comparten sus recetas con
generosidad y amor, amigos y entrenadores físicos compartiendo rutinas para
ejercitarse en casa, gente ofreciendo ayuda voluntaria a adultos mayores que se
encuentran solos, tengo un letrero a la vista de un edifico que dice “Sonríe, Canta,
Todos somos Uno” y claramente me animó a cantar esta mañana y a poner música en
mi casa y obviamente al largo rato termine bailándome unas buenas canciones de
salsita en la mitad de mi apartamento despelotado en modo domingo, y luego descubrimos
que había otra señora o mamá tal vez como yo, haciendo sus bailes sola por ahí detrás
de su comedor.
Y eso es lo que me emociona.
Todos somos artistas, todos tenemos una esencia divina que tenemos que dejar
fluir, necesitamos liberarnos de tanto peso que nos hemos puesto encima.
Estamos viviendo un momento
duro, difícil, retador, pero al mismo tiempo espectacular. Me aferro a “Dios” o
a la energía divina creadora de este Universo y quiero creer que esto no apareció
porque sí. Me convenzo que la humanidad ha sido llamada a recapacitar y a
cambiar. Así que acepto el cambio y ya veremos como se va desenvolviendo este caos.
Por ahora trataré de enfocarme en el amor y trataré de respirar cuando lleguen
esos momentos de miedo y ansiedad.
A mis familias: esposo,
hijas, papas, hermana y familia, familia Duque R, familia Z, a mis amigos que
saben quiénes son, a mi entorno cercano
profesional, quiero decirles que los quiero. Siento el amor y el cariño de cada
uno de ustedes. Me hace muy feliz tenerlos y espero pronto y no muy lejos poderlos
abrazar fuertemente y si por alguna razón eso no pasa decirles una vez mas que
los quiero. Me si siento agradecida por contar con ustedes.
Por ahora un abrazo virtual,
mis oraciones y amor para toda la humanidad.
Malaca.
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